Lo de Marina con la literatura ha sido un escándalo este año. Qué sorpresa para mí fue encontrarme desde los primeros días a un grupo de alumnas que aprovechaban el cambio de clase para sacar una novela de su mochila (o incluso de debajo del pupitre para ahorrar más tiempo) y continuar, aunque fuese durante apenas unos minutos con la historia que les estaba atrapando o directamente les había atrapado ya. Pero no solo eso, sino que, incluso en algunas guardias en las que los profesores dejaban a la clase bajar al patio, preguntaban si podían bajar con ellas la novela que tuviesen entre manos.
A esto se sumó que, desde noviembre, comenzamos una actividad semanal en la clase de Lengua consistente en realizar un escrito semanal en un pequeño cuaderno que cada alumno decoraba y organizaba a su gusto. Les propuse temas como la elaboración de un texto descriptivo sobre una criatura fantástica, un diálogo en que una persona tenía que convencer a otra para ir una fiesta, un texto instructivo sobre cómo elaborar un plato repugnante, un fan-fiction sobre sus personajes favoritos, una narración en tercera persona acerca de un hipotético fin del mundo, etc. El nivel general de la clase fue muy bueno y disfruté leyendo todos estos fragmentos nacidos del mundo interior de los chicos: algunos divertidos, otros inquietantes y otros tantos del todo descabellados.
Cuando llegó la noticia de la celebración del próximo concurso de relato Coca-Cola, yo tenía muchos candidatos para poder hacer un buen papel allí; sin embargo, solo podíamos escoger a cinco, que fueron: Patricia, Alberto, Lucía, Marina y Nerea. Todos tenían papeletas para conseguirlo, pero si entre ellos había alguien cuyo amor por los libros y la escritura no había hecho sino aumentar, esa era Marina. Meses después de realizada la prueba, el jurado del concurso se puso en contacto conmigo para pedirme sus datos y, hablando con sus padres, ya nos surgió la sospecha de que algo podíamos haber conseguido. Y no fue para menos porque se terminó por revelar que ella se había alzado con el título de campeona en nuestra provincia.
Sin embargo, después del concurso el talento de Marina y sus compañeros se ha ido perfeccionando, y creo que puedo asegurar que, si hubiésemos presentado al concurso alguno de los últimos relatos de Marina, podría haber llegado al autonómico o incluso al nacional. Por si fuera poco, a esto debemos sumar que, en colaboración con sus amigas Lucía y Nerea, están sacando adelante una novela escrita a tres plumas. Estad atentos.
Os dejo una foto con los regalos que nos hicieron en el concurso y otra con uno de sus textos para que podáis comprobar su talento por vosotros mismos, y no me queda sino dar la enhorabuena a mi alumna por su logro y desear felices lecturas.
Alberto Santos
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