No sé si tenía los ojos más bonitos del mundo o el mundo se veía más bonito en sus ojos, solo sé que eran grandes, redondos y marrones. Me podía tirar horas embelesada mirándolos.
Yo le llamaba Lolo ya que no le gustaba que le llamaran abuelo.
Le gustaba el dominó, el me enseño a jugar y por eso es uno de los juegos a los que más aprecio tengo.
Me leía tebeos de Zipi y Zape todas las noches y en verano mirábamos las estrellas, a cada una la dábamos un nombre. Le gustaban los polos de limón y pasábamos las tardes comiéndolos. Si tenía miedo o frío el siempre estaba allí para abrazarme. En definitiva era y será el mejor abuelo del mundo.
Beatriz Sánchez Sánchez 1·-A
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