NARRATIVA 1º y 2º de la ESO, FP básica y PMAR. |
PRIMER PREMIO: Isabel García Gutiérrez (2º C), por su relato Un ejército redondo.
Después de toda esta exagerada ceremonia, miré a los redondi
Hay historias de todas las clases. Unas nacen para ser contadas y otras es mejor olvidarlas…
Aquel día cuando se presentaron así de atrevidos delante de mis narices, lo primero que hice fue mirarlos con tal repulsión, que todos los allí presentes se tuvieron que percatar de mi cara de asco. Seguidamente empecé a zarandearlos de un lado a otro, sin sentido alguno. Creí ser un general, me metí en el papel y les hice agruparse en formación de tortuga, como sí fuesen una centuria romana.
La noche anterior todos los soldados habían marchado hasta la playa, para sumergirse en aquellas aguas salinas. ¡Nada cómo darse un baño bajo la luz de la luna! Estuvieron toda la noche en remojo.
A la mañana siguiente su aspecto había cambiado totalmente, sus dimensiones eran inconmensurables y su apariencia abominable. De nuevo y sin dilación, volvieron a desfilar de uno en uno, hasta llegar a las termas. El agua estaba casi al punto de ebullición. Al meterse dentro empezaron a relajarse. Sudaban, reían, discutían de asuntos políticos como si fueran patricios…
De pronto unos individuos empezaron a caer a la piscina y en ese momento un miedo atroz les invadió. Intentaron escapar, huir, pero les fue inútil. Más y más seres eran lanzados al agua en tropel. Había roces, golpes, y hasta flatulencias descontroladas. La terma pasó de ser un lugar tranquilo y confortable, casi parecido al Olimpo de los dioses, a ser un bombardeo de díscolos individuos.
Más o menos una hora más tarde una especie de catapulta de metal rescató a los soldados, tendiéndoles en una cama redonda, esculpida en cerámica. Pensaron que todo había pasado, pero volvieron a precipitarse encima de ellos las falsas tuberculosas de peso indefinible, las estiradas pelirrojas, siempre tan elegantes con sus vestidos de seda color naranja, algún soldado de esos que se repetían una y otra vez y otros tipos duros del huerto. En el reclinium de al lado, se nos colocó algún chorizo desleal y no pocos metidos en carnes,… por no hablar de algún otro tocinete.
Mientras las termas volvieron a llenarse con unos soldados enjutos y blandengues, posiblemente pobres infelices, que no sabían lo que se estaba cociendo allí.
tos soldados un poco más y tuve la sensación de que me querían decir algo. Me observaban desesperados, intentando pedirme que los devorase, que acabase con aquel suplicio. Yo no sabía donde meterme, ni donde meterlos a ellos.
El salón estaba exento de plantas que me pudiesen socorrer, por otra parte no teníamos ninguna mascota a la que ofrecer degustar aquello y en la estancia no había un glotón desesperado, dispuesto a echarme una mano o mejor dicho, ¡varios dientes!
Sin duda lo peor de todo era que allí estaba mi abuela, mirándome con una tierna sonrisa, pero en el fondo harta de esperar verme comer de una buena vez. Finalmente se escucha lo que me temía:
-¿No te gusta mi cocido?, ¡Ay señor, pero sí lo he preparado pensando en ti!
No podía hacerle ese feo. Así que al final tuve que armarme de valor y comerme los dichosos garbanzos. Y entre nosotros, ahora que nadie nos escucha, después de tanto drama he de reconocer que no estaban nada mal…
POESÍA 3º y 4º de la ESO y FP GRADO MEDIO |
PRIMER PREMIO: Valeria García San Emeterio (4º A), por su poema Devastación.
Me ahoga,
no puedo respirar.
Me hace daño,
demasiado.
Quiere acabar conmigo.
¿Por qué?
No lo entiendo.
Es parte de mí
de mi vida,
de mi pequeño mundo.
Quiero preguntarle,
hablar con él.
Quiero saber qué le pasa.
Quiero que me dé una explicación
de porqué, cuando le miro,
veo una chica triste.
No me gusta,
quiero ver una chica alegre.
Ojalá quiera llevarse bien conmigo.
Ojalá, mi espejo, me muestre una chica feliz.
POESÍA Bachillerato y de FP de Grado Superior |
PRIMER PREMIO: Elena Pérez Jiménez (2º A Bach), por su poema Esa noche de cristales rotos.
Recuerdo ese día,
ese día que me prometiste el cielo,
ese día que me amaste y me trajiste flores,
recuerdo esa noche de cristales rotos.
Recuerdo…
ese grito seguido de un fuerte golpe en la sien,
la sangre,
tu abrazo,
y tus disculpas,
recuerdo esa noche de cristales rotos.
Recuerdo perder la conciencia y despertarme
tras ser presa de múltiples penetraciones.
Recuerdo esa casa
a la que llamábamos hogar
y que pasó a ser una cautiva
envuelta en miles de candados
que sólo podías abrir tú,
recuerdo esa noche de cristales rotos.
Esa pintura
que tapaba las diversas figuras
oscuras y abstractas
que llegaron a mi piel
fruto de ser tuya.
Recuerdo esa noche
o, más bien,
ya no recuerdo esa noche de cristales rotos
entre los que estaba mi cuerpo inerte
y tú,
presa del pánico,
decidiste respirar por última vez.
Recuerdo que me prometiste el cielo
y en vez de dármelo
me llevaste a él
en esa noche de cristales rotos.
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