Mientras corría despavorido, divisó humo a lo lejos.Según se iba acercando quitó las ramas que le impedían la vista, y vio otra casita, pero estaba más vieja y roñosa. Abrió la puerta con cautela y entró. No se dio cuenta pero frente a él, unos ojos le observaban con temor.
El parqué del suelo crujía a medida que sus pies se posaban sobre él. Sentía que se iba derrumbar de un momento a otro. Sobre la mesa descansaban unos libros de hechizos, abiertos, y con una cuantas páginas arrancadas. Tenían las tapas roídas, con un símbolo en la portada, un tanto peculiar. Al lado de la mesa, había una cómoda polvorienta.Sobre ella, unos frascos esperaban a ser utilizados. Eran de distintos colores. Aquello parecía el cuaderno de su amiga Marga, siempre aderezado con todo el círculo cromático. Una botella rojo chillón se había derramado sobre un balda, dejándola empantanada. Había huecos vacíos. Al fondo, en el guardarropa, unas túnicas bailaban al son de las polillas al revolotear. Bordado sobre la tela púrpura, estaba el mismo símbolo dorado que adornaba la tapa de los libros.En el centro, un gran caldero color plomizo, burbujeaba.De él salía vapor que hedía a rata muerta.A su alrededor,un montón de frascos lloraban derramando todo su contenido.Estaban rotos.Se acercó y pudo ver que bajo uno de ellos había un hoja correosa con una fórmula.
IRENE ABAJO 1º ESO A
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