El pasado 10 de enero, dos compañeros y yo, asistimos a la LVI Olimpiada Matemática Española, y en concreto, a la fase local de la Universidad de Salamanca, a la que podían asistir alumnos de Bachillerato (tanto de 1º como de 2º) pertenecientes a las provincias de Ávila, Salamanca y Zamora.
Nosotros ya habíamos participado otros años en las olimpiadas de la ESO de Ávila, por lo que no estábamos tan nerviosos como puede parecer, ya que, sabíamos más o menos a los tipos de problemas que nos enfrentábamos.
La fase consistía en dos sesiones que se realizarían en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca, una a las diez de la mañana en la que nos dieron cuatro problemas variados y en la que nos dejaron tres horas y media para resolverlos (o por lo menos intentarlo) y otra a las cuatro y media en la que nos dieron otros cuatro problemas, pero esta vez, nos dejaron cuatro horas y media para su resolución, pero que sólo contarían puntos para los tres primeros clasificados de la fase local.
He de admitir que los problemas de la primera sesión eran más asequibles para alumnos de ambos cursos, ya que no hacía falta una gran comprensión de los temas que se ven en Segundo de Bachillerato. Sin embargo, para resolver los problemas de la segunda sesión era necesario un amplio conocimiento sobre el temario de Segundo.
Tras finalizar los problemas, nos fuimos a casa y continuamos con nuestro día a día. Pero, para nuestra sorpresa, a las dos semanas, el instituto recibió un correo electrónico informando que dos de los tres alumnos que habíamos asistido habíamos quedado entre los diez primeros de la fase local, y que podíamos ir a recoger los premios el día veinticuatro de enero por la tarde a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca. Nos emocionamos mucho con la noticia, y no podíamos parar de pensar en que llegara el día.
Al fin llegó el día y fuimos entusiasmados a recoger los premios y descubrir en qué puesto habíamos quedado, puesto que hasta la ceremonia no se sabía el resultado final. Tras un emotivo discurso que dio uno de los profesores de la Universidad, en el que dijo cosas tan interesantes como ciertas entre las que estaba el comentario en el que decía que no había perdedores, ya que, los que no habían ganado, por lo menos habían aprendido y esto les ayudaría en otras ocasiones en las que se enfrentaran a desafíos similares, se pasó a decir el orden de los finalistas y al fin descubrimos nuestro puesto en estas olimpiadas… habíamos quedado séptimo y octavo! Estábamos muy contentos por nuestros resultados, ya que para ser alumnos de Primero de Bachillerato habíamos quedado en una posición muy deseable.
Esta ha sido mi experiencia durante las olimpiadas, y recomiendo a cualquiera que esté interesado en las matemáticas que asista a esta bonita experiencia al menos una vez.
MARIO GONZÁLEZ LOZANO
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